AEGYPTO
lunes, 7 de marzo de 2011
Todo era verdad: había habido realmente una vez un país de sacerdotes sabios cuya magia funcionaba, codificada en el lenguaje pictórico de los jeroglíficos.
Yacía sí, en el remoto pasado, aunque no en el pasado de Egipto. Había sido construido mucho tiempo después de que el Egipto real se desmoronara y fuera sepultado y su boca callara porque su lenguaje ya no podía leerse.
Y este Egipto mágico descubierto o inventado en Alejandría más o menos en la época de la cristianización del Imperio Romano, cuando un culto teosófico de habla griega había atribuido algunos escritos místicos propios a antiguos sacerdotes de un imaginario pasado egipciano de templos y estatuas parlantes, de cuando los dioses cohabitaban en la tierra con los hombres. Y luego este país imaginado había realmente vuelto a desaparecer cuando en el transcurso de los siglos cristianos posteriores aquellos escritos se perdieron.
Cuando fueron redescubiertos- durante el Renacimiento en Italia, junto con todo un pasado perdido -, los eruditos creyeron que eran tan antiguos como pretendían ser. De manera que un nuevo Egipto, dos veces diferente del antiguo original, había aparecido: una antigua fuente de conocimiento, que inspiraría un desenfrenado sincretismo de adoración al Sol, de obeliscos, seudojeroglíficos, magia y misticismo semicristiano, y que pudo haber potenciado esa revolución del conocimiento llamada ciencia, la misma ciencia que acabaría desacreditando al Egipto imaginario y su magia. Aegypto.
Crowley, Amor y Sueño.
Crowley, Amor y Sueño.
0 comentarios:
Publicar un comentario