LA CIENCIA DE DIOS, TAN SENCILLO COMO IMAGINAR DOS ÁRBOLES
miércoles, 11 de agosto de 2010
Las Escrituras nos dicen que "Dios creó el hombre a su imagen y semejanza". Los santos teólogos de la Iglesia oriental han comprendido toda la vida espiritual cristiana a partir de esa palabra fundamental. Significa que el hombre es la única criatura terrenal que lleva el sello de Dios. Ese sello es nuestra inteligencia racional y nuestra voluntad libre.
El ser humano es el único animal que posee razón y libre albedrío. Mediante esas dos facultades, puede acceder a la semejanza divina. Esa semejanza no le es dada de entrada. Está presente en potencia, como un deseo. Apoyándose en las dos facultades divinas que son su inteligencia y su voluntad, el ser humano, en plena libertad, aspirará a ser similar a Dios.
Y lo conseguirá com a ajuda constante de la gracia divina.
...Pero por qué se llamó a ese árbol "árbol de la ciencia del bien y del mal"?
...De hecho ese árbol se llama, según la traducción exacta, "árbol de la ciencia de lo consumado y de lo no consumado".
Desgraciadamente, los teólogos latinos, tomando como referencia a Jerónimo, tradujeron esa expresión compleja por "árbol de la ciencia del bien y del mal".
Por eso la primera falta de la humanidad fue interpretada como una falta moral, cuando se trata de una quiebra ontológica, de una ruptura en el orden del ser. Por que Dios creó al ser humano en situación de inconclusión, pero con un deseo de conclusión.
Ese deseo empuja al hombre a buscar a Dios y a ser semejante a Él. Ese paso progresivo de lo no consumado a lo consumado..., Aristóteles diría "del poder al acto"..., se opera mediante la inteligencia y la voluntad humanas en el ejercício del libre albedrío, según ciertas leyes ontológicas. Tan solo Dios las conoce y seria temerario querer superar esas etapas sin ser movido por la gracia divina y dejándose guiar con toda confianza.
El Oráculo de la Luna, Fréderic Lenoir.
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